martes, 21 de junio de 2011

EL PÁJARO Y LA ORACIÓN




¿Has visto un ave durmiendo en una rama o en un cable,
sin caerse?

¿Como lo consigue?

Si nosotros intentáramos dormir así, nos caeríamos…

El secreto está en los tendones de las patas del pájaro
que tienen una forma tal que, cuando la rodilla está doblada,
la pata  toma firmemente cualquier cosa.

Los patas no se sueltan de la rama hasta que él
desdoble la rodilla para volar.
La rodilla doblada es lo que le da la fuerza para asirse
a cualquier cosa.

¿No es una maravilla?

Es un diseño increíble que el Señor ideó para el ave.
Pero… no es tan diferente en nosotros

Cuando nuestra "rama" en la vida se quiere romper…
cuando todo está amenazado con caerse…
la mayor seguridad, la mayor estabilidad,
nos viene de una rodilla doblada.… hincada… en oración.

Si  alguna vez, las dificultades te desaniman y pierdes la fe…
ponte de hinojos y dialoga con Dios… percibirás que no estás solo…
que ÉL quiere caminar contigo… solo tienes que hablarle…
vaciar lo que guardas en lo profundo de tu ser…
 y permitir que ÉL lo llene con Su Luz

Él es quien renueva fuerzas, esperanza y fe…
y si Él cuida de un ave, imagina lo que hará por ti
 que eres su hijo amado…

Si ustedes permanecen en mí
y mis palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran
y lo obtendrán.
 Juan15:7

Descarguemos en ÉL todas sus inquietudes,
ya que ÉL se ocupa de ustedes.
 1 Pedro 5:7



lunes, 13 de junio de 2011

PURIFICADOS COMO EL ORO - LA PLATA Y EL DIAMANTE



Visitando una factoría de porcelana, notábamos el proceso
complicado de su fabricación.
Cuando llegamos a su acabado, o sea su decoración, notamos
que entre los muchos colores formando flores, dibujos alegóricos, etc...,
se destacaban especialmente muchas partes negras, las que,
en realidad, estropeaban los efectos del conjunto.

Extrañados lo hicimos constar así; entonces, el maestro decorador,
nos llevo ante el horno, y nos explicó el misterio:

Todas las partes negras, por la acción del calor, se convertían
en oro brillante, que hermoseaba maravillosamente la obra.

¿No sucede así en nuestra vida cristiana cuyo carácter,
por la acción del fuego y de las pruebas se dignifica y santifica,
cambiando así nuestra negrura en oro brillante?

Nuestro Señor sabe el secreto, por lo tanto acatemos su voluntad
con plena confianza.






 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.

Salmo 
51:7

Oro en bruto



PURIFICADOS COMO LA PLATA


 

Porque El es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
Y se sentara para afinar y limpiar la plata;
Malaquías 3:2


Había un grupo de mujeres reunidas en su estudio bíblico semanal,
y mientras leían el libro de Malaquías encontraron un versículo que dice:

“Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata”, este verso les
intrigó en gran manera acerca de qué podría significar esta afirmación
con respecto al carácter y la naturaleza de Dios.
Una de ellas se ofreció a investigar el proceso de la purificación de la plata.

Esa semana la dama llamó a un Orfebre e hizo una cita para ver su trabajo.


Mientras observaba al orfebre sostener una pieza de plata
sobre el fuego dejándolo calentar intensamente, él le explicaba que
para refinar la plata, debía ser sostenida en medio del Fuego donde
las llamas arden con más fuerza, para así sacar las impurezas.

En ese momento ella imaginó a Dios sosteniéndonos en un lugar
así de caliente.
Entonces recordó una vez mas el versículo...
“Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata”.
Le preguntó al platero si era cierto que él debía permanecer sentado
frente al fuego durante todo el tiempo que la plata era refinada.

El hombre respondió-”SI” No sólo debo estar aquí sentado
sosteniendo la plata, también debo mantener mis ojos fijamente
en ella durante el tiempo que está en el fuego, si la plata fuese
dejada un instante más de lo necesario sería destruida.

La mujer se mantuvo en silencio por un momento y luego preguntó.
-¿Cómo sabe cuando ya esta completamente refinada?

El sonrió y le respondió:, “Ah, muy simple
— Cuando puedo ver mi imagen reflejada en ella.”
Si hoy sientes el calor del fuego, recuerda que Dios te ama,
y continuará purificándote hasta que vea su imagen reflejada en ti.

 

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta,
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados
de gloria en gloria, en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor.
2 Corintios 3:18



Plata en bruto







LA GRIETA EN EL DIAMANTE





Ella no le mencionó detalles acerca de la verdadera razón
de su visita, simplemente dijo que tenía curiosidad sobre la purificación de la plata.


Érase una vez, hace mucho tiempo, un rey que vivía en Irlanda.
En aquellos tiempos, Irlanda estaba dividida en muchos reinos
pequeños, y el reino de aquel rey era uno más entre esos muchos.

Tanto el rey como el reino no eran conocidos, y nadie les prestaba
mucha atención.
Pero un día el rey heredó un gran diamante de belleza incomparable
de un familiar que había muerto.
Era el mayor diamante jamás conocido.
Dejaba boquiabiertos a todos los que tenían la suerte de contemplarlo.

Los demás reyes empezaron a fijarse en este rey porque, si poseía un
diamante como aquél, tenía que ser algo fuera de lo común.
El rey tenía la joya perpetuamente expuesta en una urna de cristal
para que todos los que quisieran pudieran acercarse a admirarla.
Naturalmente, unos guardianes bien armados mantenían aquel
diamante único bajo una constante vigilancia.
Tanto el rey como el reino prosperaban, y el rey atribuía al diamante
su buena fortuna.
Un día, uno de los guardias, nervioso, solicitó permiso para ver al rey.
El guardián temblaba como una hoja.
Le dio al rey una terrible noticia: había aparecido un defecto en el diamante.
Se trataba de una grieta, aparecida justamente en la mitad de la joya.
El rey se sintió horrorizado y se acercó corriendo hasta el lugar donde estaba instalada la urna de cristal para comprobar por sí mismo el deterioro de la joya.
Era verdad. El diamante había sufrido una fisura en sus entrañas, defecto perfectamente visible hasta en el exterior de la joya.
Convocó
a todos los joyeros del reino para pedir su opinión y consejo.
Sólo le dieron malas noticias.
Le aseguraron que el defecto de la joya era tan profundo que si
intentaban subsanarlo, lo único que conseguirían sería que aquella
maravilla perdiera todo su valor.
Y que si se arriesgaban a partirla por la mitad para conseguir dos
piedras preciosas, la joya podría, con toda probabilidad, partirse
en millones de
fragmentos.
Mientras el rey meditaba profundamente sobre esas dos únicas tristes
opciones que se le ofrecían, un joyero, ya anciano, que había sido
el último en llegar, se le acercó y le dijo:
-Si me da una semana para trabajar en la joya, es posible que pueda repararla.
Al principio, el rey no dio crédito alguno a sus palabras, porque los demás joyeros estaban totalmente seguros de la imposibilidad de arreglarla.
Finalmente el rey accedió, pero con una condición:
la joya no debía salir del palacio real.
Al anciano joyero le pareció bien el deseo del rey.
Aquel era un buen sitio para trabajar, y aceptó también que unos guardianes
vigilaran su trabajo desde el exterior de la puerta del improvisado taller,
mientras él estuviese
trabajando en la joya.
Aun costándole mucho, al no tener otra opción, el rey dio por buena la oferta
del anciano joyero. A diario, él y los guardianes se paseaban nerviosos ante
la puerta de aquella habitación.
Oían los ruidos de las herramientas que trabajaban la piedra con golpes
y frotamientos muy suaves. Se preguntaban qué estaría haciendo y qué es
lo que
pasaría si el anciano los engañaba.
Al cabo de la semana convenida, el anciano salió de la habitación.
El
rey y los guardianes se precipitaron al interior de la misma para ver
el trabajo del misterioso joyero.
Al rey se le saltaron las lágrimas de pura alegría.
¡Su joya se había convertido en algo incomparablemente más
hermoso y valioso que antes!
El anciano había grabado en el diamante una rosa perfecta,
y la grieta que antes dividía la joya por la mitad se había convertido
en el tallo de la rosa.
Así es como Dios nos cura. Trabaja nuestro mayor defecto y lo convierte,
en algo hermoso. Dios nunca pierde nada en nosotros cuando nos
ponemos en sus manos,y por supuesto que nosotros tampoco perdemos nada


Con El, siempre ganamos.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
según nos escogió en El antes de la fundación del mundo,
para que fuéramos santos y sin mancha delante de El.


En amor nos predestinó para adopción como hijos
para sí mediante Jesucristo,
conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de su gloria.
Efesios
1:3-6.



 diamante en bruto